Escrito por Edgar Luna

Estas últimas semanas he tenido la oportunidad de ser invitado y ser testigo de varias graduaciones de diferentes niveles de educación. Algunos de la universidad y otros de escuela preparatoria , pero estamos en esa época del año donde miles de estudiantes terminan su recorrido por la escuela.

Y durante estas ceremonias es común escuchar discursos los cuales comunican mucha esperanza e inspiración para seguir adelante y alentando a ser mejores versiones de sí mismos.

Para muchos de nosotros, que pasamos por un proceso similar, el comenzar la escuela siendo jóvenes y cada año haciendo lo necesario para poder avanzar y pasar al siguiente grado.

Luego continuamos este proceso año con año hasta graduarse de primaria. Luego secundaria, luego la preparatoria hasta llegar a nuestros estudios de Universidad y cada grupo de años representa un viaje diferente. Cada uno de esos viajes dándonos más experiencias y sabiduría para enfrentarnos al mundo y que celebramos cada viaje mediante algún tipo de ceremonia para culminar esa etapa de nuestra vida.

Y a medida que completamos cada etapa y alcancemos cada una de aquellas metas, podríamos llegar a un punto en el que pensemos

¿Que sigue?

Para los recién graduados, podría ser la emoción de un nuevo trabajo o tal vez continuar con más educación. En ese momento hay mucha emoción por la incertidumbre de lo que viene y lo que les depara el futuro .

Durante estas ceremonias observe como a miles de estudiantes que hace algunos años se comprometieron a emprender un viaje que duró años en completar y durante ese tiempo lograron construir relaciones, enfrentar y vencer muchos desafíos, hacer cosas que quizá nunca se imaginaron que eran posibles, les abrió los ojos a formas de pensar diferentes y de ser parte de algo más grande que cualquier individuo.

Así como observaba a todos estos estudiantes, ví a mi alrededor a tanta gente apoyando a sus estudiantes y pensando en lo inspiradores que esos jóvenes estudiantes para muchos de nosotros.

Desde aquellos niños pequeños que miran a los estudiantes y se imaginan a sí mismos en el mismo lugar dentro de unos años.

Los familiares que tal vez no tuvieron la oportunidad de experimentar lo que vivieron estos estudiantes y ven cómo se desenvuelven.

A los maestros y mentores que ven cómo sus miles de horas de esfuerzo, compartiendo su tiempo para formar a personas que sedientas de alguien que los entienda, escuche y los oriente.

A los padres que depositan su confianza en un grupo de personas para llevar a sus hijos por ese camino y darles herramientas para que hagan lo correcto. Depositando su confianza en Dios para darles la paz de que todo estará bien.

De manera similar a estas ceremonias, existen muchas ceremonias que simbolizan la culminación de un viaje, y al vivir cada una de ellas pienso en todo el esfuerzo diario que hacemos como personas para terminar algo.

Y muchos de nosotros quizá damos por hecho lo que alguien o tú mismo hacemos todos los días y quizá deberíamos detenernos de vez en cuando para celebrar algunos de nuestros éxitos. Tal vez no sea una gran ceremonia formal, pero sí algo que nos haga sentir bien y orgullosos de nuestros logros.

Durante la vida tendremos muchos éxitos y necesitamos reconocer cuando hemos alcanzado una meta y reconocer y celebrar. Ya sea a otros o a nosotros mismos.

Quizá tú conoces a alguien que recientemente haya alcanzado una meta, si es así, por qué no reconocerlo y hacerle saber que lo que hizo inspira a otros a hacer algo similar y tratar de ser mejorar.

El reconocimiento es un motivador muy poderoso para cualquier ser humano. Y el hecho es que cualquiera de nosotros tenemos el poder para reconocer con solo un gesto de reconocimiento que pueden ser unas simples palabras.

Hay que saber reconocer que la “Culminación de un Viaje” es algo que no es fácil y que cuando lo celebramos, nos da inspiración para hacer más.

E.Luna