Escrito por Edgar Luna
Hace algún tiempo, mientras pasaba por algunas dificultades y buscaba respuestas sobre cómo enfrentar la vida y encontrar un significado de ella y saber el por qué estaba yo aquí en este mundo, comencé a leer e investigar sobre este tema. Entre las diferentes recomendaciones que investigué, me llamó la atención una que me hizo pensar bastante.
El consejo fue buscar un “Mentor”.
Un “Mentor” es una persona que puede apoyarte, aconsejarte y guiarte. Por lo general, se toma el tiempo para conocerte y conocer los desafíos que enfrentas y utilizan su comprensión y experiencia personal para ayudarte a mejorar.
Cuando leí eso, lo creí y visualicé a un “Mentor” como una persona que tenía todo resuelto en su vida. Esa persona que podrías ver en una película que, independientemente del desafío que enfrentará, resolvía el problema con facilidad y clase.
Construí una persona en mi mente y tenía la esperanza de que esta persona fuera alguien que pudiera ayudarme a superar los desafíos de la vida. Acepté esa recomendación y comencé a pensar:
¿A quién conozco que tenga todas estas cualidades, que pueda y esté dispuesto a compartir su sabiduría y ayudarme a navegar por este mundo?
Mientras buscaba a este “Mentor”, descubrí que era una tarea muy difícil. Tratar de encontrar a una persona que tuviera resuelta la mayor parte de su vida era muy difícil.
Mientras buscaba a mi alrededor y analizaba a las personas que conocía y que podrían cumplir con estos requisitos, mi concepto de “Mentor” no se cumplía. En mi opinión no conocía a nadie así. Entonces comencé a buscar por fuera de mi círculo de conocidos y traté de ver si podía encontrar a esa persona en el entorno en el que vivía.
Cuanto más tiempo pasaba tratando de encontrar a un “Mentor” que me ayudara, más frustrado me sentía.
Me sentía fracasado, pero afortunadamente me encontré con un buen amigo y tomamos un café. Hablamos y le compartí que sentía que un “Mentor” me ayudaría, sin embargo, estaba teniendo dificultades para encontrar a esa persona.
Esta persona me escuchó y me dijo:
Tienes “Mentores” a tu alrededor, personas que tienen éxito en diferentes aspectos de la vida.
Al escuchar esas palabras se me abrieron los ojos y comencé a pensar que estaba demasiado concentrado en que un “Mentor” fuera una persona que tuviera todas las cualidades que estaba buscando, cuando tenía muchas personas a mi alrededor que podían ofrecer consejos o ayuda en diferentes aspectos o áreas de la vida.
A medida que esa información penetró en mi cerebro, comencé a darle sentido y a pensar en personas muy cercanas a mí que han tenido mucho éxito en ciertas áreas de su vida. Algunos de ellos en los negocios, en el amor, la fé, exito con amistades y muchas otras cosas.
Y cuando comencé a ver con más detalle que cada persona tiene talentos y fortalezas en ciertas áreas, también comencé a ver a todos los que conocía como “Mentores” sin importar la edad, me hice el hábito de intentar aprender siempre algo de ellos. Siempre viendo lo que hicieron bien y cómo podía aprender de ellos o aprender de sus errores y no ignorar lo que compartían.
Comparto esto porque es algo que realmente me abrió los ojos y me ayudó muchísimo.
Los “Mentores” están a nuestro alrededor, sólo tenemos que ser humildes y estar dispuestos a aprender de ellos, tomándonos el tiempo para conocer a las personas y permitirles compartir sus pasiones en la vida.
Estos “Mentores” pueden ser ese niño de dos años que te demuestra que está bien hacer el tonto y divertirte cuando eres niño, hasta esa persona mayor que ha vivido tantas experiencias y quizás no le damos el tiempo para compartir. Ellos y cualquier otra persona de cualquier edad pueden proporcionarte joyas de conocimiento y sabiduría que podrían ayudarte a navegar por la vida.
E.Luna




Leave a comment